A medida que la tecnología de inteligencia artificial (IA) se extiende por entornos corporativos de todo el mundo, plantea ventajas y retos. Por un lado, permite automatizar tareas y potenciar la productividad. Por otro, su implementación introduce desafíos regulatorios y puede derivar en problemas de seguridad. A esto se añade el hecho de que los ciberdelincuentes también aprovechan las capacidades de la IA para diseñar ataques personalizados que son difíciles de descubrir por parte de las soluciones de siempre.

La compañía de seguridad Check Point Software advierte específicamente sobre el riesgo interno que se deriva del uso de herramientas de IA. En concreto, identifica cuatro grandes riesgos, como el “uso de cuentas personales y versiones gratuitas” por parte de empleados que quieren aprovechar el potencial de la IA pero que no cuentan con suscripciones corporativas.